Ha pasado una semana desde que Otis tocó tierra en el puerto de Acapulco y destrozó todo lo que había a su paso. Lo que ha dejado más de 45 fallecidos y una cifra sin terminar de personas desaparecidas, puesto que hay quienes no han denunciado la desaparición de su familiar, porque prefieren ir a buscarlos a diferentes lugares a estar en la burocracia del papeleo.
Por la costera y otras partes del puerto camina Rosa Jiménez, busca a su hermano y a su cuñada, que desde el día del huracán no sabe nada de ellos, lo único que supo de él es que se encontraba en la Colosio, en su taller de reparación de aires acondicionados.
Desde entonces no sabe que le pasó, si se encuentra en buen estado de salud o falleció, por eso busca y camina desde su casa en Icacos a diferentes partes. Su casa también quedó destrozada como miles de viviendas más.
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Para cualquier lugar que mire uno en Acapulco hay destrucción, pero ahora hay otro problema de salud, la basura acumulada en las calles, escombros y la posibilidad de que haya personas o animales sin vida abajo de ellos, ha ocasionado que el aroma de Acapulco sea fétido, de muerte, dicen los pobladores que piden que en los víveres se incluyan cubrebocas.
El transitar por la costera, hasta hace una semana, era difícil pues había tierra, árboles caídos e inundaciones por varias zonas que dificultaba el paso de vehículos, la costera es primordial, pues esta vialidad conduce desde Pie de la Cuesta hasta la zona de Acapulco Diamante.
Ya se puede transitar, hay maquinaria quitando la tierra, cuadrillas de limpieza levantando la basura de los árboles que se llevó Otis, el parque Papagayo, quedó sin ningún árbol, todos quedaron sin hojas y algunos fueron sacados de raíz.
Además, en el malecón hay buzos de la Secretaría de Marina (Semar) tratando de sacar una estructura metálica que está hundida, como varias embarcaciones que están bajo el agua y, las que tuvieron suerte, quedaron en la playa con algunos yates.
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En el paseo del pescador, los lancheros hacen lo que pueden, quieren rescatar sus lanchas, reparan motores y le sacan el agua a la embarcación.
Uno de los lancheros, se le cuestionó si había desaparecidos, respondió que sí, “fueron muchos, hay quienes estaban aquí día y noche, y no aparecen, se los llevó el agua”, respondió al mismo tiempo que señaló un condominio que no sabe cómo se llama, dijo que vio como la gente salió volando del edificio gritando y pidiendo ayuda.
Algunos cuerpos ya fueron encontrados, otros “quién sabe dónde quedaron”, dijo el lanchero mientras sacaba el agua de su embarcación.
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Más adelante, en la playa de caleta, con lazos y troncos trataban de sacar al Júpiter, una embarcación con fondo de cristal, de las únicas que quedaron, se unieron como 60 personas y muchas lanchas pequeñas de los pescadores, indicaron al tiempo que contaban: uno, dos, tres para jalar la embarcación con la ola, misma que quedó en el fondo del mar y habían podido recuperar.
La ayuda es lenta, señalan, los restauranteros que empiezan a levantar lo que quedó de sus negocios, faltan manos para quitar todo pero poco a poco lo irán haciendo, pues también hay daños en sus casas. Aun así, tienen esperanza en la palabra del presidente, Andrés Manuel López Obrador, que para diciembre vuelva Acapulco a lo que fue antes de Otis.
Pero tienen que ser todos, así como juntos sacaron al Júpiter, todos deben de sumarse para jalar de la cuerda y sacar a flote un barco que se llama Acapulco.
Fotos: Jesús Garibay